Es muy común escuchar recomendaciones para nuestro portafolio de inversión, que si diversificar, que si incluir más o menos acciones de la bolsa de valores, debes de incluir bienes raíces, etc.; pero en ocasiones no sabemos con certeza en que consiste este famoso “portafolio de inversión”, en este blog hablaremos al respecto.
Se le conoce como portafolio de inversión al conjunto de activos financieros que están en propiedad de un inversionista. Puede incluir bonos, acciones, monedas, efectivo, materias primas, bienes raíces, y muchas opciones más.
Es importante tener conocimiento de que es lo que compone nuestro portafolio de inversión, para poder gestionar el nivel de riesgo que estamos dispuestos a asumir y tomar mejores decisiones que maximicen el valor de nuestro patrimonio.
Principales componentes de cualquier portafolio:
Inversiones de renta fija:
Suelen otorgar un rendimiento moderado, aunque brindan seguridad al portafolio, se deben de escalonar la liquidez de este tipo de inversiones, para poder tener disponible nuestro dinero cuando lo necesitemos. En esta parte de nuestro portafolio entran instrumentos como Cetes, pagarés bancarios, bonos, entre otros.
Inversiones de renta variable:
Este tipo de inversiones busca aportar mayores ganancias a nuestro patrimonio, a cambio de asumir un mayor nivel de riesgo, a su vez cuentan con un horizonte de inversión más amplio, no se recomienda destinar a este rubro aquel dinero que podamos requerir en el corto plazo, pues por intentar deshacernos de nuestros activos de forma rápida, se pueden sacrificar rendimientos. Algunas inversiones que entran en esta categoría son acciones, fibras, bienes raíces, o cualquier otro tipo de inversión que nos genere rendimientos variables.
Ahora bien, ¿Que sí y que no es parte de mi portafolio?
También en muchas ocasiones solemos justificar gastos, con la excusa de que “es una inversión”, sin embargo, a veces esto no es del todo cierto, la compra de un coche, una computadora, o incluso una casa, no necesariamente son una inversión.
Es necesario analizar cuál es el objetivo de la compra, por ejemplo, al comprar un carro, si su uso está relacionado con nuestra actividad productiva, nos ayudará a generar mayores ingresos, sin embargo, no los genera por si solos, necesita de un esfuerzo adicional para generar estas ganancias, por otro lado, su valor se reduce con el paso del tiempo.
La única manera de que un automóvil pueda ser considerado como una inversión, es que se compre con la intención de conservarlo para venderlo a un precio mayor en el futuro, para esto se necesita que sea una pieza de colección o algo por el estilo. Dicho esto, un coche puede formar parte de nuestro patrimonio, pero no necesariamente de nuestro portafolio de inversión.
Lo mismo ocurre con una casa, si se compra con la intención de vivir en ella toda la vida y realmente no se espera materializar las ganancias que pueda tener por concepto de plusvalía, no se recomienda contarla dentro de un portafolio de inversión, en cambió sí dentro del patrimonio.
El decidir si un activo forma parte de nuestras inversiones es decisión de cada quien, sin embargo es importante hacer la distinción entre aquellos que de verdad se compran con la intención de maximizar el valor del portafolio, y aquellos que por el contrario, harán que reduzca su valor.