Las empresas más grandes del mundo, sin importar la industria a la que pertenezcan, han alcanzado su tamaño gracias a un factor en común: una excelente estrategia de financiamiento, es decir, la forma en la que obtienen el dinero para llevar a cabo sus operaciones.
Existen dos grandes fuentes de financiamiento para las empresas, lo más interesante es que una no es excluyente de la otra, de hecho, el trabajo de un buen director financiero es escoger la proporción adecuada de cada una de estas para maximizar el valor de la empresa, estamos hablando de Capital y Deuda.
Capital
El capital desde el punto de vista financiero se refiere a aquellos fondos que son aportados a la empresa por parte de los accionistas, dependiendo del capital aportado dependerá la proporción de la empresa que le corresponda a cada socio.
Entonces lo que sucede cuando una empresa ya establecida decide financiarse por medio del capital, se le llama, “levantar inversión” o “levantar capital”, y consiste en que un nuevo accionista aporta capital a la empresa a cambio de recibir una parte de esta.
Deuda
Por otro lado, la deuda se refiere a aquel dinero captado por la empresa por medio de la emisión de obligaciones, es decir, recibe dinero a cambio de la promesa de regresarlo en el futuro junto con rendimientos.
Dicho esto, cuando una empresa decide financiarse por este medio, se le llama “emitir deuda”, los compradores de esta deuda pueden ser bancos, gobiernos, instituciones privadas, o incluso el público en general, si es que se emiten en la bolsa de valores.
Para entender a detalle las ventajas y desventajas de cada una, lo explicaremos con un ejemplo muy sencillo.
Armando y Ernesto fundaron su empresa de venta y distribución de zapatos y aportaron $500,000 cada uno, por lo tanto, le corresponde el 50% de la empresa a cada quien.
El dinero aportado lo utilizaron para importar la mercancía que venderían durante su primer año de operaciones, sin embargo, notaron que habían cometido un error, olvidaron que necesitaban de una camioneta con valor de $250,000 para poder distribuir los zapatos, y ya no tenían dinero para comprarla.
Aquí fue donde se presentaron las dos opciones de financiamiento:
Armando y Ernesto conocían a Javier, un amigo en común muy interesado en participar en su empresa, y cuando se enteró de que necesitaban más dinero para poder empezar a trabajar, se ofreció a aportar los $250,000 necesarios para comprar la camioneta, a cambio quería recibir su parte correspondiente del negocio, que ya no valdría $1,000,000 en total, sino $1,250,000, por lo tanto, las proporciones quedarían de la siguiente manera:
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Armando y Ernesto no estaban seguros de querer ceder una quinta parte de su empresa para poder comprar la camioneta, y decidieron ir al banco a solicitar un préstamo, cuando el banquero analizó su caso, decidió que les daría el préstamo con una tasa de interés del 15%, lo cual era demasiado para los socios, pues gran parte de las ganancias se destinaría al pago de los intereses, estaban en un dilema muy complicado.
Si decidían ceder parte de su empresa a Javier, y a esta le iba bien, tendrían que repartir gran parte de las ganancias con él, por otro lado, si pedían el préstamo, también parte de estas ganancias se las quedaría el banco.
Como mencionamos al principio, una alternativa no es excluyente de la otra, pueden optar por vender una parte más pequeña de la empresa a su amigo, y el resto pedirlo prestado al banco, es trabajo de un financiero analizar las dos alternativas y decidir cuáles son las proporciones adecuadas de capital (Asociarse con Javier) y de deuda (Pedir prestado) que maximicen el valor de la empresa.
Todas las empresas se ven en esta complicada situación constantemente, sin embargo, de llevarse a cabo de manera correcta, una buena gestión de las fuentes de financiamiento puede acelerar el crecimiento de forma exponencial.